Sucesión de Imágenes
Imagen 1 Un niño sobre un caballito de madera. La calesita gira y gira. El caballito sube y baja al compás de la música. El niño es el único sobre la calesita. Un calesitero de aspecto robusto, de mirada fija sin expresión en el rostro, mueve la manopla de la sortija a un ritmo veloz. El atardecer gris con algo de niebla, y mas allá las figuras de los demás juegos enturbiados por el inminente anochecer. Panorama obnubilado. Una mujer sentada, quieta, observa al niño. Cuando la calesita completa su vuelta el niño trata de agarrar la sortija sin suerte. La calesita sigue su curso ondulatorio. La señora se levanta y se pierde entre la niebla. El niño baja del caballito y se dirige hacia donde se esfumo la mujer.
Imagen 2 Noche. Neblina y más neblina. Solo se escuchan sus pasos y su respiración agitada. Una casa se empieza a distinguir. El niño ha crecido es un adulto. Solo. Se detiene enfrente de una casa. Mira con detención. La niebla se disipa un poco, un barrio pequeño se divisa, algunas casas antiguas y él se encuentra en el medio de una calle desierta.
Las luces de la casa que observa están prendidas. Se acerca, sube las escaleras y golpea la puerta. Espera unos segundos no aparece nadie. Hay un timbre lo presiona hasta el fondo, el chirrido rompe el silencio y luego otra vez silencio. Toma el picaporte de la puerta y empuja, abre, entra, hay una sala de estar, una mesa ratona, un sillón, un hogar encendido. El fuego brama sobre las brasas. Ya adentro observa el lugar, hay un corredor con unas escaleras a las que se dirige, sube el pasillo este algo angosto con paredes azules, estas despiden agua en forma de gotas. En el primer piso una puerta entreabierta y luz que al parecer ilumina una habitación, se acerca y mira el interior, hay dos figuras, una femenina y otra masculina, están copulando de manera salvaje, cuando notan la presencia de él fijan sus miradas hacía él, y un golpe atroz le hace perder la conciencia.
Imagen 3 Una habitación blanca, él recostado en la cama. Mira la habitación hacia todos lados. Se levanta. Al traspasar la puerta es de día, aparece el campo. Los árboles mecen sus hojas con el aire caluroso. Hay un camino de tierra, posa su mirada allí y nota que a lo lejos, un auto de color gris se acerca a gran velocidad. Cuando el coche llega ante él, éste frena, se coloca a un costado a la par de él, se mantiene de pie, el auto se detiene. Se abre la ventana delantera del lado contrario del manubrio y un hombre le dice que suba a la parte trasera, que lo están esperando. Sube, el coche arranca y deja una enorme estela de polvo.
Imagen 4 El auto llega a un acantilado; hay una mesa y una persona sentada contemplando el mar. Él baja del auto, se acerca a la persona que mira el paisaje. El auto sale crujiendo y desaparece en pocos segundos. Al acercarse a la figura sentada ésta deja de mirar el paisaje y toma un lápiz y empieza a escribir. Él se acerca al escribiente sin que este note su presencia, cuando él ya esta próximo casi uno al lado del otro, él mira lo que el escribiente esparce de manera escrita. Sobre el papel lee lo siguiente… “Él se acerca al acantilado y observa como la figura escribe las ideas en el papel en blanco. Un pilón de hojas se desparrama en el aire y empiezan a revolotear. Y con el último trazo el pintor pone fin a su obra sobre el lienzo”.
Nota: Este es otro de los textos sueltos que andan por ahí dando vueltas, algo que escribí en un taller literario hace aproximadamente un año y medio. Quedo ahí como un cuento suelto, y que no lo es. Me habían dicho que esto era algo parecido a un guion. Acá se los dejo y juzguen por su propia cuenta.