"La esposa era muda. Su bondadoso marido pretendía que hablase, y lo consiguió por arte de un médico y de un cirujano, que le cortaron el frenillo. Desde que ella pudo hablar, habló tanto, que su esposo, aturdido, volvió al médico para pedirle que remediara el daño y la hiciera callar".
"Lyón le atraía; ésa ciudad era, más aún que París, la ciudad de los impresores. Los sabios afluían, seguros de encontrar trabajo y amistades. Allí fue Rabelais a principios de 1532. A partir de Noviembre del mismo año, ejerció funciones de médico en el Hospital, con una remuneración de cuarenta libras al año. Le vemos adoptar simultáneamente en Medicina dos tendencias: la más autorizada por los antiguos, que estaban entonces en boga (se juraba por Hipócrates), y el estudio de la Naturaleza, a la cual su genio le inclinaba constantemente. Hizo disecciones, práctica condenada por la Iglesia y reprobada por las costumbres, a la que no solían dedicarse los sabios. Andrés Vésale, muy joven aún, no había empezado su cacería de cadáveres al pie de las horcas y en los cementerios. Rabelais en el Hospital de Lyón, disecó públicamente a un ahorcado".